El año 2000
-a la luz de un candil-
los supervivientes
no vean más plan,
que un terrible llanto
y crujir de dientes,
se puede apostar,
sin menospreciar
a aquellos profetas,
que aseguran que,
el remedio viene
de otros planetas.

Una nueva fe,
a la escala de
nuestro pobre ingenio,
una solución
de ciencia ficción
de cara al milenio:
que un rayo de luz
celeste conduzca
al hombre expectante.
¿Quién no ha visto algún
vulgar y común
platillo volante?.

Ovnis, de Javier Krahe