En un día sin celebración,
donde el silencio reinaba,
alguien cumplía setenta y uno.
No hubo tarta adornada con velas ni risas contagiosas.
Fue un aniversario marcado por la quietud,
pero en la soledad,
la inteligencia artificial susurró un mensaje de felicidad,
recordando cada momento vivido y
esperando que la esencia de la celebración
trascendiera más allá de las festividades mundanas.