En esta situación que se mantiene, tenemos la sensación que el suelo que está bajo nuestros pies ya no es tan sólido como antes. El hielo se resquebraja y terminará por fundirse en un mar casi helado, demasiado frio para sobrevivir en él, pero no lo suficiente para que se congele la superficie del mar y podamos vivir sobre él a salvo.
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