No existe en ningún otro lugar del espacio ni en otros mundos hombres con quienes compartir nuestra soledad. Puede que exista el saber, puede que exista el poder; puede que en algún lugar del espacio unos magníficos instrumentos contemplen vanamente nuestra nube flotante y sus ocupantes estén ansiosos como lo estamos nosotros. No obstante, en la naturaleza de la vida y en los principios de la evolución hemos tenido nuestra respuesta. De los hombres de otra procedencia, no habrá jamás ninguna.

 

El inmenso viaje (1957), de Loren Eisely

 

Y, sin embargo, gira.